Uno de mis columnistas preferidos es, sin lugar a dudas, el periodista Ricardo Alemán, publica diariamente, menos los sábados, en El Universal. Sus juicios, regularmente son muy atinados y marca lo bueno o malo que cada tendencia política en el país lleva… esa forma de nombrar a los gobernadores que viven en el exceso como “virreyes” me parece un modo sutil de hacerles una crítica profunda. Hace unas semanas, el 7 de Abril, 2009; publicó esta nota que habla sobre lo que el juzga son los posibles pre candidatos para el 2012.
Para los amantes de la frivolidad, la llegada de Alonso Lujambio al gabinete presidencial —como secretario de Educación—, cierra la tercia de “muñequitos de pastel” rumbo a la sucesión presidencial de 2012.
Todos conocen a los dos primeros. Por el PRI aparece Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, en tanto que por el PRD se perfila Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal. Acaso la diferencia entre los pretensos —más que la frivolidad— sea la capacidad política y de gobierno mostrada por los dos primeros, lo que contrasta con el nivel intelectual del tercero.
Y es que a querer o no —y más allá de que 2012 pueda resultar una competencia entre “los guapos” del PRI, PRD y PAN—, lo cierto es que la llegada de Lujambio a la Secretaría de Educación lo convierte en el primero y más sólido prospecto del gobierno de Calderón para la contienda sucesoria de 2012 —luego del malogrado Juan Camilo Mouriño—, y por estrategia debieron quitar del camino a Josefina Vázquez Mota.
De esa manera, el PAN llegará a julio próximo con por lo menos un potencial presidenciable que —si hace política, como prometió—, podrá meter en cintura a la lideresa del magisterio, la profesora Elba Esther Gordillo, quien en los próximos meses se podría convertir en verdugo de Lujambio o, en su caso, trampolín para que el panista cuente con los arrestos para dar la pelea por la sucesión.
Por lo pronto —y a reserva de que Lujambio enseñe de qué está hecho: si combatirá a Gordillo o será aplastado por la poderosa cacique magisterial— queda claro que el presidente Calderón llevó al despacho de Vasconcelos a otro de sus leales, a un panista de cepa y, sobre todo, a uno de los más profundos estudiosos de la obra de Carlos Castillo Peraza, junto con Germán Martínez y con el propio Calderón.
Se podría decir, sin riesgo de tropiezo, que para la sucesión de 2012 Felipe Calderón le apuesta al Porvenir posible, como titularon Alonso Lujambio y Germán Martínez la recopilación de ensayos y artículos de Carlos Castillo Peraza. Es decir, que Calderón traza la línea a seguir, no sólo de su gobierno, sino del que viene. Y claro, se trata de un diseño de lo posible, que deberá enfrentar la rudeza de la realidad. Pero, ¿quién es el nuevo secretario de Educación?
Todos conocen a los dos primeros. Por el PRI aparece Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, en tanto que por el PRD se perfila Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal. Acaso la diferencia entre los pretensos —más que la frivolidad— sea la capacidad política y de gobierno mostrada por los dos primeros, lo que contrasta con el nivel intelectual del tercero.
Y es que a querer o no —y más allá de que 2012 pueda resultar una competencia entre “los guapos” del PRI, PRD y PAN—, lo cierto es que la llegada de Lujambio a la Secretaría de Educación lo convierte en el primero y más sólido prospecto del gobierno de Calderón para la contienda sucesoria de 2012 —luego del malogrado Juan Camilo Mouriño—, y por estrategia debieron quitar del camino a Josefina Vázquez Mota.
De esa manera, el PAN llegará a julio próximo con por lo menos un potencial presidenciable que —si hace política, como prometió—, podrá meter en cintura a la lideresa del magisterio, la profesora Elba Esther Gordillo, quien en los próximos meses se podría convertir en verdugo de Lujambio o, en su caso, trampolín para que el panista cuente con los arrestos para dar la pelea por la sucesión.
Por lo pronto —y a reserva de que Lujambio enseñe de qué está hecho: si combatirá a Gordillo o será aplastado por la poderosa cacique magisterial— queda claro que el presidente Calderón llevó al despacho de Vasconcelos a otro de sus leales, a un panista de cepa y, sobre todo, a uno de los más profundos estudiosos de la obra de Carlos Castillo Peraza, junto con Germán Martínez y con el propio Calderón.
Se podría decir, sin riesgo de tropiezo, que para la sucesión de 2012 Felipe Calderón le apuesta al Porvenir posible, como titularon Alonso Lujambio y Germán Martínez la recopilación de ensayos y artículos de Carlos Castillo Peraza. Es decir, que Calderón traza la línea a seguir, no sólo de su gobierno, sino del que viene. Y claro, se trata de un diseño de lo posible, que deberá enfrentar la rudeza de la realidad. Pero, ¿quién es el nuevo secretario de Educación?
Lujambio nació en el DF, en 1962 —igual que Calderón—; es hijo de Sergio Lujambio, quien trabó una estrecha relación con Luis Calderón Vega, padre de Felipe Calderón, y además de militar desde su juventud en el PAN, compitió por la presidencia de ese partido —en 1983, a la que también aspiraba Carlos Castillo Peraza— y fue diputado federal azul en 1976.
Acaso por eso no resulta extraño que en septiembre de 1996, el entonces nuevo presidente del PAN, Felipe Calderón, invitó a Alonso Lujambio a buscara un lugar como consejero electoral del Instituto Federal Electoral, como propuesta de Acción Nacional. Arturo Núñez y Emilio Chuayffet lo palomearon. Alonso Lujambio estudió hasta la preparatoria en el Colegio Tepeyac, de Lindavista; hizo su licenciatura en el ITAM —en donde inició dos carreras—, y su doctorado en la Universidad de Yale.
Pocos saben que el nuevo secretario de Educación tiene origen vasco, gracias a su abuelo Ricardo, quien llegó a México en 1917. De oficio panadero, jacobino anticlerical, demócrata, Ricardo Lujambio se interesó por la vida política del país y pronto se acercó a Manuel Gómez Morín, a cuyas tertulias acudía con su hijo Sergio —padre de Alonso—, quien dejó el oficio familiar de panadero para estudiar Contaduría.
Sergio Lujambio se formó en el panismo tradicional, alcanzó una diputación federal hacia 1976, y compitió por la presidencia del partido en uno de los momentos históricos más intensos que ha vivido ese partido. Para su hijo Alonso significó la oportunidad de saber sobre política y candidaturas, campañas y sesiones del Congreso, entonces ubicado en la calle de Donceles. Desde entonces, Alonso Lujambio se convirtió en asiduo estudioso del PAN.
En las primeras semanas de 2007, el Fondo de Cultura Económica y la Fundación Rafael Preciado, del PAN, editaron el libro titulado Porvenir posible, cuyo estudio introductorio y selección de materiales realizaron Alonso Lujambio y Germán Martínez, a la sazón secretario de Educación y presidente nacional del PAN. Se trata de una selección de ensayos y artículos periodísticos de Carlos Castillo Peraza, el ideólogo del PAN en las dos recientes décadas, y el guía de Felipe Calderón.
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